Justificación por la FE

En este blog únicamente escribiremos sobre el tema de la Justificación por la FE... www.JustificacionPorLaFe.com

Foro Adventista

Ideal para hacer cualquier pregunta sobre las Escrituras... www.ForoAdventista.org

Sefer Olam Magazine

La revista teológica Sefer Olam... www.SeferOlamMagazine.org

Defensa Adventista

Donde las creencias distintivas del adventismo se defienden... www.DefensaAdventista.com

Bienvenidos. La Justificación por la FE es uno de los temas mas preciosos de la Biblia.

"¿Qué es la justificación por la fe? Es la obra de Dios que abate en el polvo la gloria del hombre, y hace por el hombre lo que él no tiene la capacidad de hacer por sí mismo." [Special Testimonies to Ministers and Workers, Nº 9, EGW]

“Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá” [Gálatas 3:11]

Thursday, November 29, 2012

Quiénes son justificados Parte III




1. El Apóstol nos dice claramente en nuestro texto que Dios "justifica al impío": los impíos de toda clase de impiedad, de todo grado de impiedad, y solamente dos impíos. Los justos "no necesitan arrepentimiento" (Lucas 15:7), y por tanto tampoco necesitan perdón. De consiguiente, solo los pecadores son perdonados.

2. Esto es lo que olvidan aquellos que pretenden enseñar que el hombre debe ser santificado antes de ser justificado, o sea, que la entera santidad y obediencia deben preceder a la justificación. Pero Dios perdona no al santo, sino al pecador como pecador. Dios justifica no al que es bueno y santo, sino al que es impío y pecador.[1]

3. ¿Acaso busca el Buen Pastor a los que ya están a salvo en el aprisco? No; él busca y salva a los perdidos (Lucas 15:4; 19:10), a pecadores de toda clase y de todo grado de maldad, hombres totalmente impíos, carentes del amor de Dios, en los cuales no hay ningún bien.

4. Los que gimen bajo el peso de la ira de Dios, son los que necesitan el perdón; aquellos que ya están condenados, no sólo por Dios, sino también por su propia conciencia, y por otros mil testigos, de toda su iniquidad; aquellos que no han hecho ni una sola obra buena, sino sólo el mal y siempre el mal.

5. Y si alguno objetare que "el hombre, antes de ser justificado, puede hacer obras buenas", la respuesta es: Puede hacer obras buenas en el sentido de que sean provechosas a los demás; pero esto no significa que sean buenas de sí mismas, ni que sean buenas delante de Dios. Dios justifica "al que no hace obras", "al impío" (Romanos 4:5) ; por tanto, las obras que haga el impío, por muy buenas que parezcan, y por mucho bien que hagan, no son aceptables delante de Dios para justificación, porque no brotan de la fe en Cristo Jesús, sino que tienen en realidad la naturaleza del pecado.

6. Ninguna obra es buena, si no es hecha como Dios quiere y manda. Pero antes de la justificación, ninguna obra es hecha como Dios quiere y manda, porque Dios quiere y manda que toda obra, sea hecha en su amor, y el impío no puede hacer estas obras, porque el amor de Dios no está en él mientras no reciba el Espíritu de adopción por el cual llame a Dios su Padre (Romanos 8:15). De consiguiente, ninguna obra hecha antes de la justificación es realmente buena y acepta delante de Dios.

----------------------------------------------------------------------------------


[1] El señor Wesley publicó este sermón en 1747. En ese tiempo todavía prevalecía en Inglaterra, como actualmente en todos los países de mayoría católica romana, la enseñanza romanista de que la santificación precede a la justificación, y que las buenas obras forman la base de la santificación intrínseca, que es como llama el Romanismo a la justificación. Según el mismo sistema romanista, la penitencia es una especie de sacrificio personal, con el cual el pecador mismo sufre el castigo de sus culpas y agota de esta manera la ira de Dios; y lo que no le alcance en esta vida, tiene entonces que lograrlo en el purgatorio.

Sunday, November 4, 2012

Qué cosa es la Justificación Parte II




1. La justificación no significa que el hombre sea hecho justo y recto. Esto es la santificación, la cual en cierto grado es el fruto de la justificación, pero la cual es un don de Dios distinto y de diferente naturaleza. Aquella representa: lo que Dios hizo por nosotros por medio de su Hijo; y ésta, lo que él obra en nosotros por medio de su Espíritu. Así es cómo en general San Pablo y los demás escritores inspirados distinguen con suficiente claridad, un término del otro.


Qué cosa no es la justificación


2. La justificación no significa fundamentalmente que seamos exonerados de las acusaciones de Satanás. No se puede negar que él es el "acusador de los hombres", según se le llama categóricamente (Job 1:8-11; 2:3-5; Zacarías 3:1; Apocalipsis 12:101). Pero de ninguna manera parece que el gran Apóstol conciba así la justificación, como se puede ver en los pasajes que sobre ella él escribió a los Romanos y a los Gálatas.


3. Tampoco significa fundamentalmente que seamos exonerados de las acusaciones que contra nosotros endereza la Ley. Hemos quebrantado la Ley de Dios, y por lento, merecemos la condenación del infierno. Pero el hecho de que Dios no ejecute sobre los justificados el castigo que merecen sus pecado, no significa que esto se deba a que haya callado la Ley su acusación.


4. Y mucho menos significa que Dios se engañe a sí mismo en aquellos a los cuales él justifica; esto es, que piense que son lo que en verdad no son. De ninguna manera significa que Dios se forme de nosotros un juicio contrario a la verdadera naturaleza de las cocas; que él nos tenga en mejor estima de lo que somos en realidad, que nos crea justos siendo nosotros injustos. Ciertamente que no. El juicio del Dios omnisciente es siempre conforme a la verdad. Y por tanto, tampoco significa que él piense que yo soy inocente, o que juzgue que yo soy recto y canto, porque otro lo sea. En su infalible sabiduría, él no me puede confundir con Cristo, de igual manera que tampoco me puede confundir con David o con Abraham.


Justificación significa perdón


5. Las Escrituras conciben claramente la justificación como perdón: la remisión del castigo del pecado. Es el acto de Dios Padre, que consiste en que por los méritos de la propiciación hecha por la sangre del Hijo, él manifiesta "su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados" (Romanos 3 :25).

Esta es la sencilla relación que San Pablo da de la justificación en toda esta epístola, suya a los Romanos. En uno de los versículos que siguen a nuestro texto, él escribe: "Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón al cual el Señor no imputará pecado." (Romanos 9:7,8). Lo cual significa que al que está justificado o perdonado, Dios no le toma en cuenta el pecado pare condenación. Todos sus pecados pasados, de pensamiento, palabra y obra, son borrados, y jamás se le echarán en cara, serán como si no hubieran sido. Dios no ejecutará en el pecador el castigo que éste merece sufrir, porque el Hijo amado de Dios ha sufrido por el pecador. Y desde el momento en que él nos hace "aceptos en el Amado, en el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados por las riquezas de su gracia" (Efesios 1:6,7), él nos ama y nos bendice y cuida de nosotros pare bien, como si nunca hubiéramos pecado.

Saturday, October 27, 2012

La Justificación por la Fe Parte I (Sermón de Wesley)



"Mas al que no hace obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, la fe le es contada por justicia." -Romanos 4:5.

De que manera podrá justificarse el pecador delante de Dios - este es asunto de trascendental importancia,. En él radica el cimiento de toda nuestra esperanza, puesto que mientras que estemos en enemistad para con Dios, no puede haber paz verdadera ni gozo perdurable, en esta vida ni en la eternidad.

Y sin embargo, ¡cuán poco se ha entendido este asunto! ¡qué ideas tan confusas tienen muchos acerca de él! A la verdad, no solo confusas, sino a menudo enteramente falsos, tan apartadas de la verdad, como a las tinieblas de la luz; nociones totalmente contrarias a los oráculos de Dios y a toda la analogía de la fe.

I. ¿Por qué necesita el hombre ser justificado delante de Dios?

1. Dios hizo el hombre a su propia imagen y semejanza. De consiguiente, el hombre era puro, exento de toda mancha de pecado. No conocía pecado de ninguna clase ni de ningún grado, sino que era limpio y libre de pecado en su carácter y en su conducta.

2. Al hombre así perfecto y justo, Dios le dio su ley perfecta, y demandó de él obediencia perfecta, cabal y constante. No había lugar a ninguna falta. Y realmente no podía haberla, pues el hombre estaba capacitado para cumplir completamente con su cometido en toda buena palabra y obra.

3. Y pareció bien a Dios añadir a toda la ley del amor, esta ley_ positiva: "De todo árbol del huerto comerás; pero del árbol de conocimiento del bien y del mal, no comerás de él." (Génesis 2:16,17).

4. Continuaría para siempre en esta ley del amor, si sólo obedecía a Dios en todas das cosas. Pero si desobedecía, entonces perdería todo. Dios había dicho: "Porque el día que de él comieres, ese día morirás." (Génesis 2:17).

5. Y el hombre desobedeció a Dios; y ese mismo día el hombre fue condenado por el justo juicio de Dios. La sentencia anunciada se ejecutó. En el momento en que probó ese fruto, el hombre murió. Es decir, su alma quedó separada de Dios, sin vida, como tampoco la tiene el cuerpo del cual se ha separado el alma. Y así, muerto en espíritu, muerto para con Dios, muerto en pecado, el hombre inició su raudo camino hacia la muerte eterna, la destrucción cuyo fuego jamás se apagará.[1]

6. Fue así como "el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte". Y fue así como "la muerte pasó a todos los hombres, pues que todos pecaron" (Romanos 5:12 etc.). Todos prevaricamos en aquel que era el progenitor y responsable de todos nosotros.

Cómo obró Dios la justificación

7. En esta condición nos hallábamos todos, cuando "de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" ( Juan 3 :16) . El se hizo hombre, el segundo progenitor y representante de toda la humanidad. Y fue así como "el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros", y que él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53:5,6). El puso su vida en expiación por el pecado, llevando él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero (Isaías 53:10; 1 Pedro 2:25). Y por esa oblación de sí mismo, ofrecida urea vez, él me ha redimido, a mí y a todos los hombres; pues con ella hizo él "un completo, perfecto y suficiente sacrificio y satisfacción por los pecados de todo el mundo".



8. Debido, pues, a que el Hijo de Dios probó la muerte por todos los hombres (Hebreos 2:9), Dios ahora ha reconciliado al mundo consigo mismo, no imputándole sus pecados (2 Corintios 5:19) ; y Dios mismo promete, remitir el castigo que nuestros pecados merecen, y dar a nuestra alma muerta la vida espiritual.


9. Esta es, pues, la base general de la doctrina de la justificación. Por el pecado del primer Adán, que no sólo era el padre, sino también el Representante de todos nosotros, fuimos hechos hijos de ira, o como le expresa el Apóstol: "vino el juicio a todos los hombres para condenación" (Romanos 5:18). De igual manera, en virtud del sacrificio por el pecado, hecho por el segundo Adán, como Representante de todos nosotros, Dios se ha reconciliado con todo el mundo, al grado de darnos un nuevo pacto, cuya sencilla condición, una vez cumplida, hace que seamos "justificados gratuitamente por su gracia, por la redención que es en Cristo Jesús" (Romanos 3:23).




[1] El infierno y el estado de los muertos: http://defensaadventista.com/articulos_file/Estadodelosmuertos.pdf

Monday, October 22, 2012

Dios no nos hace responsables por el hecho de haber nacido como seres pecaminosos



Dios no nos hace responsables por el hecho de haber nacido como seres pecaminosos. Cierto día, un oficial de la patrulla caminera del sur de California me ordenó detenerme al lado del camino. Esa sección de la carretera se encontraba en reparaciones, y este hecho era la razón de mi dificultad. Había estado manejando por el carril equivocado, pero sin darme cuenta de ello, debido a que las marcas del camino estaban cubiertas con tierra.

Aunque conocía la ley acerca de manejar por mi lado de la carretera, en aquel momento no me percataba de que la estaba transgrediendo. El oficial que me dio la boleta opinaba que la ignorancia no era excusa. ¡Pero yo pensaba que era una excusa muy buena! Así que en lugar de pagar la multa, me presenté a la corte para abogar mi caso. Afortunadamente, el juez comprendió las cosas y falló en mi favor anulando la boleta. ¿Consideran ustedes que el juez tenía razón, o que más bien la tenía el oficial de tránsito? ¿creen ustedes que la ignorancia de la transgresión es una excusa legítima o no? ¿Cómo considera Dios nuestra ignorancia, en lo que se refiere a hacernos responsables por el quebrantamiento de su ley?

Podríamos estudiar varios pasajes bíblicos para hallar la solución de este problema. Ezequiel 18:20 dice: “El alma que pecaré, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo: Lajusticia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él”. En Juan 15:22 Jesús declaró: “Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado”. Nuevamente en Juan 9:41 agregó: “Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; más ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece”.

¿Se han preguntado alguna vez por qué pasaron tantos años antes que Jerusalén fuera destruida, después que Jesús hubo venido y hablado a la nación judía, dejándolos sin excusa? ¿Por qué no descendió fuego del cielo la mañana siguiente a la resurrección, para destruir a los que habían asesinado al Hijo de Dios?. En el libro El conflicto de los siglos, se ofrecen dos razones: Primero, no todos habían oído, ni siquiera de entre los adultos. Segundo, los niños: “Había todavía muchos judíos que ignoraban lo que habían sido el carácter y la obra de Cristo. Y los hijos no habían tenido las oportunidades ni visto la luz que sus padres habían rechazado. Por medio de la predicación de los apóstoles y de sus compañeros, Dios iba a hacer brillar la luz sobre ellos para que pudiesen ver como se habían cumplido las profecías, no únicamente las que se referían al nacimiento y vida del Salvador, sino también las que anunciaban su muerte y su gloriosa resurrección. Los hijos no fueron condenados por los pecados de sus padres; pero cuando, conociendo ya plenamente la luz que fuera dada a sus padres, rechazaron la luz adicional que a ellos mismos les fuera concedida, entonces se hicieron cómplices de las culpas de los padres y colmaron la medida de su iniquidad” (pág. 31)

¿No es una buena noticia el hecho de que el Juez de toda la tierra tome en cuenta nuestra ignorancia de su ley antes de pasar sentencia sobre nosotros? Aunque somos pecadores en virtud de nuestro nacimiento, él no nos hace responsables de nuestra condición hasta después de habernos dado suficiente luz y oportunidad de arrepentimos. Por lo menos tenemos que vernos con tres problemas referentes al pecado en este mundo. El primero es el problema de la naturaleza pecaminosa con que hemos nacido. El segundo es el problema de nuestra trayectoria de pecado: todos los pecados que hemos cometido en el pasado. El tercero es el problema de nuestros pecados presentes. A veces la gente considera que si dejáramos de pecar actualmente y nunca mas cayéramos en el mal, ya no necesitaríamos mas de Jesús. Pero mientras vivamos en este mundo, continuaremos necesitando la gracia justificadora de él, para que cubra tanto nuestros pecados pasados como nuestra naturaleza pecaminosa.

Por otra parte, hay quienes consideran que se necesita hacer algo para expiar nuestra naturaleza pecaminosa y, creyendo que somos pecadores por nacimiento, consideran que para solucionar ese problema es necesario bautizar a los infantes. Agustín ensenó lo que a veces se denomina la doctrina del pecado original, aunque habría sido más correcto llamarla la doctrina de “la culpa original”. Creía en la condición pecaminosa del ser humano a causa de su nacimiento, y también consideraba que Dios nos hace responsables por dicha condición.

Pero Dios nunca considera responsable a ninguno de nosotros por nuestro pecado - no importa si se trata de nuestra naturaleza pecaminosa o de nuestros pecados pasados o de nuestros pecados presentes – hasta tanto hayamos comprendido dos cosas: primero, que se trata de un pecado, y segundo, que podemos hacer con respecto al mismo. Solo entonces comienza nuestra responsabilidad.

"Dios no esta tratando de ver a cuantas personas puede mantener fuera del cielo. En lugar de eso, debido a su gran amor, esta haciendo todo lo que un Dios amoroso puede hacer para que cada uno de nosotros estemos allí. La solución al problema de la naturaleza pecaminosa, del pasado pecaminoso y de los pecados actuales, se encuentra contenida en su gracia.

- Morris L. Venden