Dios no nos hace responsables por el hecho de haber
nacido como seres pecaminosos. Cierto día, un oficial de la patrulla caminera del
sur de California me ordenó detenerme al lado del camino. Esa sección de la
carretera se encontraba en reparaciones, y este hecho era la razón de mi
dificultad. Había estado manejando por el carril equivocado, pero sin darme
cuenta de ello, debido a que las marcas del camino estaban cubiertas con
tierra.
Aunque conocía la ley acerca de manejar por mi lado
de la carretera, en aquel momento no me percataba de que la estaba transgrediendo.
El oficial que me dio la boleta opinaba que la ignorancia no era excusa. ¡Pero
yo pensaba que era una excusa muy buena! Así que en lugar de pagar la multa, me
presenté a la corte para abogar mi caso. Afortunadamente, el juez comprendió
las cosas y falló en mi favor anulando la boleta. ¿Consideran ustedes que el juez tenía razón, o que
más bien la tenía el oficial de tránsito? ¿creen ustedes que la ignorancia de
la transgresión es una excusa legítima o no? ¿Cómo considera Dios nuestra
ignorancia, en lo que se refiere a hacernos responsables por el quebrantamiento
de su ley?
Podríamos estudiar varios pasajes bíblicos para
hallar la solución de este problema. Ezequiel 18:20 dice: “El alma que pecaré,
esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el
pecado del hijo: Lajusticia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será
sobre él”. En Juan 15:22 Jesús declaró: “Si yo no hubiera venido, ni les
hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su
pecado”. Nuevamente en Juan 9:41 agregó: “Si fuerais ciegos, no tendríais pecado;
más ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece”.
¿Se han preguntado alguna vez por qué pasaron tantos
años antes que Jerusalén fuera destruida, después que Jesús hubo venido y
hablado a la nación judía, dejándolos sin excusa? ¿Por qué no descendió fuego
del cielo la mañana siguiente a la resurrección, para destruir a los que habían
asesinado al Hijo de Dios?. En el libro El conflicto de los siglos, se ofrecen
dos razones: Primero, no todos habían oído, ni siquiera de entre los adultos.
Segundo, los niños: “Había todavía muchos judíos que ignoraban lo que habían sido
el carácter y la obra de Cristo. Y los hijos no habían tenido las oportunidades ni visto la luz que sus
padres habían rechazado. Por medio
de la predicación de los apóstoles y de sus compañeros, Dios iba a hacer brillar la luz sobre ellos para que
pudiesen ver como se habían cumplido
las profecías, no únicamente las que se referían al nacimiento y vida del Salvador, sino también las que
anunciaban su muerte y su gloriosa resurrección. Los hijos no fueron condenados por los pecados de sus padres; pero cuando, conociendo ya
plenamente la luz que fuera dada a
sus padres, rechazaron la luz adicional que a ellos mismos les fuera concedida, entonces se hicieron cómplices de
las culpas de los padres y colmaron
la medida de su iniquidad” (pág. 31)
¿No es una
buena noticia el hecho de que el Juez de toda la tierra tome en cuenta nuestra ignorancia de su ley antes de pasar sentencia sobre nosotros? Aunque somos pecadores en virtud de nuestro nacimiento, él no nos hace responsables de nuestra condición hasta después de
habernos
dado suficiente luz y oportunidad de arrepentimos. Por lo menos tenemos que vernos con tres problemas referentes al pecado en este mundo. El primero es el problema de la naturaleza
pecaminosa
con que hemos nacido. El segundo es el problema de
nuestra
trayectoria de pecado: todos los pecados que hemos
cometido en el pasado.
El tercero es el problema de nuestros pecados
presentes. A veces la
gente considera que si dejáramos de pecar
actualmente y nunca mas cayéramos en el mal, ya
no necesitaríamos mas de Jesús. Pero mientras vivamos en este mundo, continuaremos necesitando la gracia justificadora de él, para que cubra tanto nuestros pecados pasados como nuestra
naturaleza pecaminosa.
Por
otra parte, hay quienes consideran que se necesita hacer algo para expiar
nuestra naturaleza pecaminosa y, creyendo que somos pecadores por nacimiento,
consideran que para solucionar ese problema es necesario bautizar a los
infantes. Agustín ensenó lo que a veces se denomina la doctrina del pecado
original, aunque habría sido más correcto llamarla
la doctrina de “la culpa original”. Creía en la condición pecaminosa del ser
humano a causa de su nacimiento, y también consideraba que Dios nos hace
responsables por dicha condición.
Pero
Dios nunca considera responsable a ninguno de nosotros por nuestro pecado - no
importa si se trata de nuestra naturaleza pecaminosa o de nuestros pecados
pasados o de nuestros pecados presentes – hasta tanto hayamos comprendido dos
cosas: primero, que se trata de un pecado, y segundo, que podemos hacer con
respecto al mismo. Solo entonces comienza
nuestra responsabilidad.
"Dios
no esta tratando de ver a cuantas personas puede mantener fuera del cielo. En
lugar de eso, debido a su gran amor, esta haciendo todo lo que un Dios amoroso
puede hacer para que cada uno de nosotros estemos allí. La solución al problema
de la naturaleza pecaminosa, del pasado pecaminoso y de los pecados actuales,
se encuentra contenida en su gracia.
- Morris L. Venden