Tuesday, August 21, 2012

La justicia puede transformar a una persona en un ser moral, pero la moralidad no la puede convertir en una persona justa.




¡Dios no esta en contra de la moralidad! El no reprende a los laodicenses a causa de su moralidad, en Apocalipsis 3. Los reprende porque en su vida trata de sustituir la justicia divina con su moralidad propia.

¡Usted puede no estar en contra de las uvas de plástico! Puede ser que las encuentre muy atractivas cuando las ve arregladas en un centro de mesa. La fruta de plástico tiene su lugar, y alguna de las imitaciones que se encuentran en el mercado son muy atractivas. Pero cuando alguien le pone uvas de plástico a la ensalada de frutas, sin duda le resultaran desagradables y se sentirá decepcionado . Nunca podrán reemplazar a la fruta verdadera.

¡Dios no esta en contra de la moralidad! Si usted lleva una vida moral se mantendrá fuera de la cárcel. Su cerebro se mantendrá claro. No perderá su trabajo fácilmente. Mejoraran tanto su reputación como su posición en la comunidad. Los que lo redeen no sufrirán las consecuencias de su conducta inmoral. Sin lugar a dudas, la moralidad tiene sus ventajas. Pero el reproche que Dios hace a la Iglesia de Laodicea se basa en la premisa de que la moralidad nunca puede ser un sustituto para la justicia.

“Muchos de los que se llaman cristianos, son meros moralistas humanos”. - Palabras de la vida del Gran Maestro, pág. 315. Nótese que esta declaración no se refiere a los que se autoconsideran como moralistas. Mas bien describe a quienes se llaman cristianos, pero no lo son. En la parábola del hombre que no vestía la túnica de bodas. (Mateo 22), notamos el mismo principio. En lugar de asistir a la boda, este hombre podría haber elegido permanecer en su casa, donde su vestido común no habría despertado ningún comentario. El rey lo invito a la boda, pero no lo obligo a asistir. El problema de este hombre fue que trato de sustituir con su propia ropa el vestido de fiesta que el rey le había dado, y de todos modos asistir a la boda.

En los días de Cristo la gente había perfeccionado una religión basada únicamente en la moralidad. El fariseo que oraba de pie en el templo era víctima de la moralidad como sustituto de la justicia. Estaba haciendo sonar su propio tambor moral; Le recitó a Dios una lista de las acciones que consideraba que lo recomendarían para el cielo. Su seguridad radicaba en el hecho de que él no hacía lo que el publicano había hecho. Era un conductista.

Y nuevamente comprobó que la moralidad no sólo es incapaz de hacer justa a una persona, sino que realmente le puede impedir acercarse a la justicia genuina.

¡Dios no está en contra de la moralidad! Leálo en El camino a Cristo. pág. 8: “La educación, la cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano, todos tienen su propia esfera, pero aquí no tienen poder. Estas cosas pueden producir un cambio exterior en la conducta, pero no pueden cambiar el corazón”.

No debemos descartar la moralidad, pero necesitamos comprenderla correctamente. La moralidad es un resultado de ¡ajusticia. La moralidad no conduce a la justicia. Nunca es su causa. El cristiano genuino será indefectiblemente una persona moral. Mientras procuramos la justicia genuina, nunca debemos temer que ¡amoralidad quede afuera. Si bien es posible poseer sólo bondad externa, siempre será imposible poseer solamente bondad interna. Cuando el corazón es transformado, el resultado, inevitable será un cambio de la conducta.

La justicia siempre lo transformará en una persona moral. “ Si permanecemos en Cristo, si el amor de Dios mora en nosotros, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestros propósitos, nuestras acciones, estarán en armonía con la voluntad de Dios expresaba en los preceptos de su santa ley”. - El camino a Cristo, pág. 61.

¡Dios no está en contra de la moralidad! Pero nos amonesta en contra de aceptaría como sustituto de la justicia. En lugar de ello nos invita a aceptar la justicia de Cristo, que se concede gratuitamente a todo aquél que acuda a Dios por intermedio de él.