¡Dios
no esta en contra de la moralidad! El no reprende a los laodicenses a causa de
su moralidad, en Apocalipsis 3. Los reprende porque en su vida trata de
sustituir la justicia divina con su moralidad propia.
¡Usted
puede no estar en contra de las uvas de plástico! Puede ser que las encuentre
muy atractivas cuando las ve arregladas en un centro de mesa. La fruta de plástico
tiene su lugar, y alguna de las imitaciones que se encuentran en el mercado son
muy atractivas. Pero cuando alguien le pone uvas de plástico a la ensalada de
frutas, sin duda le resultaran desagradables y se sentirá
decepcionado . Nunca podrán reemplazar a la fruta verdadera.
¡Dios
no esta en contra de la moralidad! Si usted lleva una vida moral se mantendrá
fuera de la cárcel. Su cerebro se mantendrá claro. No perderá su trabajo fácilmente.
Mejoraran tanto su reputación como su posición en la comunidad. Los que lo
redeen no sufrirán las consecuencias de su
conducta inmoral. Sin lugar a dudas, la moralidad tiene sus ventajas. Pero el
reproche que Dios hace a la Iglesia de Laodicea se basa en la premisa de que la
moralidad nunca puede ser un sustituto para la justicia.
“Muchos
de los que se llaman cristianos, son meros moralistas humanos”. - Palabras
de la vida del Gran Maestro, pág. 315. Nótese que esta declaración no se
refiere a los que se autoconsideran como moralistas. Mas bien describe a
quienes se llaman cristianos, pero no lo son. En la parábola del hombre que no vestía
la túnica de bodas. (Mateo 22), notamos el mismo principio. En lugar de asistir
a la boda, este hombre podría haber elegido permanecer en su casa, donde su
vestido común no habría despertado ningún comentario. El rey lo invito a la
boda, pero no
lo obligo a asistir. El problema de este hombre fue que trato de sustituir con
su propia ropa el vestido de fiesta que el rey le había dado, y de todos modos
asistir a la boda.
En los
días de Cristo la gente había perfeccionado una religión basada únicamente en
la moralidad. El fariseo que oraba de pie en el templo era víctima de la
moralidad como sustituto de la justicia. Estaba haciendo sonar su propio tambor
moral; Le recitó a Dios una lista de las acciones que consideraba que lo
recomendarían para el cielo. Su seguridad radicaba en el hecho de que él no
hacía lo que el publicano había hecho. Era un conductista.
Y
nuevamente comprobó que la moralidad no sólo es incapaz de hacer justa a una
persona, sino que realmente le puede impedir acercarse a la justicia genuina.
¡Dios
no está en contra de la moralidad! Leálo en El camino a Cristo. pág. 8: “La
educación, la cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano, todos
tienen su propia esfera, pero aquí no tienen poder. Estas cosas pueden producir
un cambio exterior en la conducta, pero no pueden cambiar el corazón”.
No
debemos descartar la moralidad, pero necesitamos comprenderla correctamente. La
moralidad es un resultado de ¡ajusticia. La moralidad no conduce a la justicia.
Nunca es su causa. El cristiano genuino será indefectiblemente una persona
moral. Mientras procuramos la justicia genuina, nunca debemos temer que ¡amoralidad
quede afuera. Si bien es posible poseer sólo bondad externa, siempre será
imposible poseer solamente bondad interna. Cuando el corazón es transformado,
el resultado, inevitable será un cambio de la conducta.
La
justicia siempre lo transformará en una persona moral. “ Si permanecemos en
Cristo, si el amor de Dios mora en nosotros, nuestros sentimientos, nuestros
pensamientos, nuestros propósitos, nuestras acciones, estarán en armonía con la
voluntad de Dios expresaba en los preceptos de su santa ley”. - El camino a
Cristo, pág. 61.
¡Dios
no está en contra de la moralidad! Pero nos amonesta en contra de aceptaría
como sustituto de la justicia. En lugar de ello nos invita a aceptar la
justicia de Cristo, que se concede gratuitamente a todo aquél que acuda a Dios
por intermedio de él.