Había una vez un hombre que quería ser panadero.
Siempre le había gustado el pan recién hecho, y pensaba que también hallaría
satisfacción en prepararlo para los demás.
Recorrió todo el pueblo en busca del lugar más
adecuado para instalar el nuevo negocio. Consiguió una propiedad de esquina,
empleó al contratista del pueblo y pronto su panadería estuvo lista para ser
abierta al público luciendo al fondo sus brillantes instalaciones de acero
inoxidable y equipos nuevos, además de las relucientes vitrinas para exponer los
productos a los ojos del público.
Pero al panadero no le fue bien. Trabajó muchísimo.
Anunció su panadería por todos los medios que pudo imaginar. Trató de tener
éxito. Sin embargo fue incapaz de producir la clase de pan que él mismo había disfrutado
anteriormente. Cuando los clientes llegaban para ver el edificio nuevo, rara
vez compraban alguno de sus productos. Y nunca más regresaban.
Finalmente después de varios años de lucha, tuvo que
admitir que había fracasado. Estaba a punto de declararse en bancarrota. Había
puesto en práctica todo lo que sabía para que su panadería tuviera éxito, pero
nada había resultado.
Justamente
cuando había decidido abandonar completamente la empresa, escuchó acerca de
algo que revolucionó su negocio totalmente. ¡Se enteró de que para hacer pan
necesitaba harina!. La idea le pareció buena. ¡Y la harina hizo toda la
diferencia! ¿Verdad que ya descubrimos que se trata de una parábola? Se nos hace
difícil creer que alguien pudiera pasar por alto la verdad sencilla., pero
básica, de que se necesita harina para hacer pan. Si alguna vez esperamos tener
éxito en cualquier clase de negocio, necesitamos comprender ciertos
requerimientos básicos. No se puede hacer funcionar un banco sin dinero. No se
puede tener un ferrocarril únicamente con vagones planos. Es imposible producir
lana si no se tienen ovejas. ¿Pero qué podemos decir acerca de la vida
cristiana? ¿Cuántos de nosotros hemos pasado por alto durante años los
principios fundamentales?
Hemos andado en busca de la justicia, pero no hemos
sabido como obtenerla. Solo hemos
logrado descubrir cuan frustrante resulta tratar de ser cristiano sin comprender como lograrlo.
Los reporteros emplean ciertas
preguntas claves para establecer los puntos sobresalientes de cualquier suceso. Estas preguntas también
se pueden transferir al área de la vida cristiana. La primera es ¿Qué?
A veces nos resulta mas fácil
hablar del qué de la vida cristiana. Algunos de Nosotros crecimos con ese qué. Que Hacer y que no hacer para ser cristiano y para ser salvo. Nos alimentaron
con un régimen bastante pesado de
eso. Fue el motivo de repetidas discusiones durante las clases de Biblia en la escuela secundaria y durante la semanas
de oración cuando se preguntaba:
.que hay de malo
con esto, y que hay de malo con aquello?. Es malo hablar acerca del qué?. No, la Biblia contiene mucha información acerca
del qué. Pero el qué nunca
se puede constituir en la base del
cristianismo.
Luego sigue la pregunta ¿Por
qué? Esta es la pregusta sofisticada, intelectual. Es la que se usa para analizar y disectar
y discutir. Es la mejor pregunta
para ocupar el tiempo del estudio de la lección en la escuela sabática. Porqué puede ser una
pregunta importante. Dios dice. “!Vengan
y aclaremos las cosas!” (“y razonemos juntos”) (Isaías 1:18). No es malo
razonar. Nosotros nacemos a la imagen de
Dios, con la habilidad de pensar y reflexionar. Pero el por qué no es suficiente. Otra
pregunta que ha ocupado mucho de nuestro tiempo durante la historia de la iglesia es ¿Cuándo?. Cuando sucederán todas estas cosas? Por eso tenemos las paredes llenas de diagramas, para explicar el cuándo.
Tal vez muchos se interesen en el cuándo
porque esperan embarcarse en
el último tren. Pero otros se
preocupan porque temen que el cuándo los
alcance antes de aprender cómo hacer el qué.
Si
usted tuvo que crecer en medio del qué, del por qué y del cuándo,
la siguiente pregunta lógica tiene que ser el ¿Cómo? Se trata de una
pregunta práctica, y puede ayudarle a formular una teoría acerca de la justificación
por la fe. Si usted no comprende el cómo, el resto solo servirá
para frustrarlo. Pero ni siquiera un conocimiento del cómo es suficiente,
porque la justificación por la fe es mas que una teoría. Se trata de una
experiencia. Y la pregunta ¿cómo? resulta de lo mas emocionante cuando
uno comprende que la respuesta al cómo es ¡Quién!
Jesús es el fundamento del cristianismo. Es verdad que la
Biblia habla
acerca de buscar la justicia. Sofonías
2:3 lo dice claramente: “Buscad justicia”.
Y algunos de nosotros hemos pensado que para encontrar a Jesús debemos
buscar la justicia. Pero no hemos descubierto el cómo. Puesto que justicia = Jesús, la forma de
buscar la justicia consiste en buscar a Jesús. “La justicia de Dios esta personificada en Cristo. Al recibirlo, recibimos la justicia.” (El
discurso maestro de Jesucristo, pág. 20).
Morris L. Venden